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La avellana (Corylus avellana) Etimológicamente proviene del latín nux abellana, «fruto seco o nuez de Avella», pueblo de la provincia italiana de Avellino. Las avellanas pertenecen a la familia de las Betulaceae y al género Corylus. Necesitan de un clima Templado, pero húmedo, para crecer sin problemas. Es originaria de Ponto en Asia Menor. Se tiene constancia que ya se consumía en Mesopotamia, en el Neolítico. Los griegos se la llevaron a Grecia y de ahí se extendió a otros países. A España llegó en el siglo XIX. Son tan apreciadas que algunas de ellas tienen su denominación de origen como la Avellana de Reus. Los principales países productores de la avellana son Turquía, Italia, EE. UU., España, Azerbaiyán, China e Irán.
La avellana es altamente nutritiva por su contenido de proteínas y minerales. Antiguamente eran recomendadas como remedio contra las mordeduras de animales venenosos, la cura de amibiasis, tos y uricemia. En las ceremonias matrimoniales eran consideradas como un emblema de fecundidad.
La avellana es utilizada por sus características organolépticas, además de proporcionar calcio. Es un alimento energético por su alto contenido de aceite, proteínas y carbohidratos. Entre las grasas de las avellanas predominan las monoinsaturadas, especialmente el ácido oleico, como ocurre con el aceite de oliva. También contiene grasas poliinsaturadas, como el ácido linoleico.
Aunque en su contenido vitamínico destaca la vitamina E, con una acción antioxidante considerable, aportando un 86% de las necesidades diarias de esta vitamina, también es rica en vitaminas del grupo B, las cuales son responsables del buen funcionamiento del metabolismo, ya que lo mantienen activo, y ayudan a obtener la energía de manera más rápida. Además, también intervienen en la buena salud de pelo, piel y uñas y ayudan a prevenir algunos problemas de memoria. También poseen vitamina C, aportándonos un 12% de las necesidades diarias. Y por último pero no menos impòrtante, vitamina K, que nos ayuda a construir huesos y tejidos saludables a través de las proteínas y producir proteínas que ayudan a coagular la sangre.
En el apartado de los minerales, como otros frutos secos, la avellana no se queda corta, aportando Calcio, necesario para la salud ósea; Magnesio, esencial para muchas reacciones bioquímicas del cuerpo, como la contracción y relajación muscular, la función nerviosa, la actividad cardíaca, la salud ósea, la producción hormonal o el metabolismo energético; Fósforo, forma parte de los huesos y de los dientes y colabora en los procesos de obtención de energía; Potasio, necesario para transmitir y generar el impulso nervioso; Manganeso, participa en la formación de las hormonas sexuales, activa enzimas del metabolismo energético, es necesario para sintetizar mucopolisacáridos de los cartílagos.; Zinc, imprescindible en muchos procesos metabólicos, participa en la síntesis de proteínas e insulina, es crucial para el sistema inmunológico y ayuda a cicatrizar heridas.; Hierro, muy necesario porque forma parte de la hemoglobina, que actúa en el transporte del oxígeno y el dióxido de carbono; y Cobre, que es un oligoelemento con efectos positivos sobre la salud cardíaca.
Por todo esto, la avellana, es un fruto muy saludable, protege del riesgo de enfermedades patológicas y cardiovasculares. Es un excelente antioxidante, disminuyendo la oxidación celular y el envejecimiento. Y gracias a los ácidos grasos monoinsaturados que contiene, ayuda a reducir el colesterol alto. También combate enfermedades como la artritis y la osteoporosis, evitando la descalcificación. Gracias a su alto contenido en fibra es buena para combatir el estreñimiento y ayuda en la digestión.
variedades | Avellana cruda, Avellana cruda con cáscara, Avellana tostada, Avellana tostada nacional de Benasal |
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